Ian Ibañez                                         Ayer Perdi Mi Alma


Para entonces estaba sentado en el sofá, leyendo y repitiendo  una triste historia, sentado a media luz, escuchando notas agradables, sintiendo el pánico del que hacer, estaba sentado tratando de leer un libro, ¿el por qué un lugar en este mundo?, era algo genial que me puso a pensar bastante. Tantos pensamientos, tantas preguntas, tantos rodeos, pero la misma respuesta sigue siendo misteriosa “¿de dónde?”.

Luego tome un vaso con agua siguiendo la misma monotonía de todos los días, monotonía  que a veces se vuelve cansado, el que hacer de la vida, miraba a mi alrededor y todo era un desastre, no quería saber nada, una amiga me dijo que no le interesa la vida porque nosotros solo estamos de paso, llegamos, miramos y nos vamos, difícil de explicar pero triste realidad, dulce voz de un porvenir lejano, era melodiosa, era lo que yo suponía hasta entonces, una voz sensible que se convertiría de una alegría hermosa a un llanto, es algo que no se puede explicar con palabras, solo con detalles.

 

El sol se estaba ocultando lentamente y la luna apenas aparecía del otro mundo, quería escuchar algo diferente, así que cambie la nota, fui a mi habitación, mire a mí alrededor y mire más allá de las paredes.

 

Mis pensamientos iban cambiando, cómo explicar algo irreal, algo como si nada, ¿cómo explicar la vida parado frente a la cama?

 

Al principio estaba leyendo un  libro y leí una parte que decía, algo tiene que venir de algo, “pero quién escribiría eso” aquella frase me hizo recordar de mi mejor amiga; desperté de tal sensación y entendí que la vida me quería decir algo, no sé por qué, pero así era y  ¿por qué algo me quería decir de la nada y de la vida? me puse a escribir y a pensar sin condiciones y mire ya donde estoy, más allá de mis pensamientos.

 

Al otro día, a la mañana siguiente desperté con ansias de seguir adelante, con ansias de encontrar al supuesto amor verdadero, amor verdadero que quizás no llegaría, pero no perdía nada con intentarlo, el sol apenas salía del otro mundo y la ventana apenas se estaba calentando, dulce sol de cada mañana, dulce amanecer de todos los días, mis ojos miraban lo que mi corazón decía, lo que mis labios replicaban, ya al medio día mi dulce sol ya no era un sol dulce, sino un sol fuerte, sol que ardía, sol de espinas, sol de enojo, un sol queriendo gritar, pero no me importaba porque tenía una bella vista del cielo, un cielo azul, más que eso, no había nubes que lo cubría, más bien diría algo agradable, algo normal para mí, pero cómo definir tanta dulzura, tanta alegría que yo sentía, tal vez aquella mañana los rayos de mi dulce sol atravesaron mi cuerpo y llegaron hasta mi alma, alma que fue limpiada de todo mal, eso era lo que yo suponía, veía a la gente pasar de un lado a otro, algunos con caras largas, el pensando de quizás un problema y miraba la alegría de algunas personas con caras despreocupadas sin saber tal significado de un problema o tal vez ellos no conocían lo que era llorar, lo que era sufrir por alguien que ni atención prestaba a tal semejante de unos poemas estúpidos que lloraban por ella.

 

Mis gratos poemas me hacían recordar lo difícil que es ser comprendido, por alguien que no suele ser amado.